El latín de la Galia (siglos I a V a. de C.)
La historia de la lengua francesa empieza con la invasión de la Galia
por los ejércitos romanos bajo el mando de Julio César entre el 58 y el
50 a.C. Se considera que la Galia tenía unos 10 millones de habitantes.
Después de la conquista, los soldados y los comerciantes romanos
importaron con ellos el sermo cotidianus o latín vulgar. A pesar
de la aparente similitud entre ambas lenguas (sintaxis, numeración,
morfología...) el galo y el latín vulgar, la asimilación es lenta ya que
se adquiere después de varios siglos, probablemente después de la
evangelización del medio rural bajo Dagobert. El latín funciona como
lengua escrita y de la administración, aunque el galo, de tradición oral
no se escribía, conservaba su función de lengua de intercambio hasta el
siglo III en los centros urbanos que se habían desarrollado bajo los
romanos.
El substrato galo
El territorio de lo que hoy es Francia empezó a ser poblado por los galos alrededor del Siglo VII a.C., los cuales hablaban diversas variantes de celta gálico, de la que existen unas pocas inscripciones en alfabeto griego. Hacia el suroeste, los aquitanos hablaban probablemente una lengua precursora del vasco, pero que tampoco utilizaban en la escritura. En la zona de Massilia (la actual Marsella) los habitantes de las colonias griegas hablaban y escribían en este idioma, pero no lo difundieron más allá de sus colonias.
Todos esos idiomas y otros hablados en la antigua Galia fueron desapareciendo con la colonización romana y la progresiva implantación del latín. Con el declive del Imperio romano, una serie de pueblos de origen germánico llegaron a la Galia romana. Entre ellos, dos se establecieron de modo más consolidado: son los francos en el norte y los visigodos en el sur, con el río Loira como frontera. A pesar de que ambos pueblos hablaban sus propias lenguas, pronto se adaptaron al latín hablado por la población. No obstante, el idioma hablado por los francos está en el origen del neerlandés, idioma hablado hoy en día, en sus distintas variedades en los Países Bajos, parte de Bélgica y norte de Francia.
Período galorromance
Extensión de los territorios autóctonos de las lenguas galorromances.
Durante mucho tiempo, el idioma hablado en el norte de Galia (en
realidad ya Francia) fue una variedad de latín, influido por idioma
germánico hablado por los francos, que influyó fundamentalmente en la fonética
del francés. Al sur, la evolución es diferente, por lo que poco a poco
se van diferenciando dos lenguas con una frontera que en principio se
marcará en el Loira,
aunque a lo largo de la historia irá desplazándose cada vez más hacia
el sur, debido al empuje político de una Francia cuyo centro político
estaba en París y a que a partir de la Revolución francesa la lengua francesa pasó a ser un elemento identificador e igualador de todos los franceses. La langue d'oïl (oïl ha evolucionado en oui) se hablaba en la zona norte y el langue d'oc en el sur. La línea de separación iba del Macizo Central a la desembocadura del Loira en Nantes.
De cualquier modo, no resulta sencillo establecer el momento en el que el latín vulgar se transforma en francés o provenzal, pero ese momento hay que situarlo entre los siglos VI y IX. A partir del siglo VII
ya se cuenta con testimonios de que la lengua hablada en el territorio
de la actual Francia es diferente del latín y del germánico. El
documento fundamental es el de los Juramentos de Estrasburgo (842), en los que las diferentes tropas de los nietos de Carlomagno, Lotario, Carlos el calvo y Luis el germánico juran respeto a la división que se produce tras la muerte de Luis el piadoso y que está marcada por el Tratado de verdúm, y se ven obligados a hacerlo tanto en latín, como en germánico
y en un idioma romance, a caballo entre el latín y el francés. En
Francia, los dos grandes dialectos romances antes mencionados pasarán a
ser conocidos con los nombres de langue d'oc y langue d'oïl (en función del modo en que se decía "sí"). El francés actual es heredero de este último.
Poco tiempo después empieza a aparecer una literatura escrita por
clérigos en este nuevo idioma, que con la aparición de los primeros
textos literarios (el primero es la Secuencia de Santa Eulalia), entre los que destaca el Cantar de Roldán, el idioma romance fue consolidándose y diferenciándose cada vez del latín. Poco a poco se transformó de idioma declinado en idioma analítico, en el cual el uso de preposiciones y el orden de las palabras en la oración reemplazan al sistema de casos.
Francés antiguo: siglos IX a XIV
Lo que se conoce como francés antiguo se va consolidando a partir del Siglo XI,
y aunque hoy se estudie todo lo que se hablaba al norte del Loira como
si se tratara de una sola lengua, en realidad se trataba de dialectos
con elementos comunes.
La influencia germánica en el idioma obligó a usar en el lenguaje escrito algunos dígrafos para reproducir algunos de los sonidos que se utilizaban pero no existían en latín vulgar. Así, la nasalización,
uno de los elementos fonéticos más característicos de la influencia
germánica en el francés se va marcando en la escritura por el uso de la n en posición final de sílaba. La evolución fonética de la u latina hacia el sonido que actualmente tiene en francés obligó asimismo a utilizar el dígrafo ou para reproducir el sonido original de dicha letra en latín. Del mismo modo, la fuerte aspiración de la h ha marcado una de las principales características del francés respecto a otras lenguas romance: la existencia de la h aspirada.
Una característica interesante del francés antiguo es que conservaba
vestigios del sistema de casos del latín clásico, existiendo una
oposición entre caso recto (o cas sujet, evolucionado a partir del nominativo) y caso oblicuo (o cas régime,
evolucionado a partir del acusativo). Además del caso francés antiguo,
al igual que el francés moderno, reconocía dos géneros gramaticales
(masculino y femenino) y dos números gramaticales (singular y plural), a
continuación se dan ejemplos de la flexión de caso, género y número del
francés antiguo:
Francés medio: siglos XIV y XVII
Esta lengua de transición entre el francés antiguo y el francés
moderno permaneció durante los siglos XIV y XVI, caracterizados por una
gran desorden. El siglo XIV estuvo marcado por la gran peste y la guerra de los cien años, que dio lugar a una gran desorganización de las instituciones.
En este periodo el Livre des merveilles du monde de Jean de
Mandeville es importante en el plano lijngüístico. Este libro que cuenta
el viaje a China del autor, es un manuscrito del que se editaron 250
ejemplares en diferentes lenguas.
En el siglo XIV, Les Enseignemenz, libro de recetas, escrito entre 1304 y 1314 recomienda
« Por blanc mengier — Se vos volez fere blanc mengier, prenez les eles e les piez de gelines e metez cuire en eve, e prenez un poi de ris e le destrempez de cele eve, puis le fetes cuire a petit feu, e puis charpez la char bien menu eschevelee e la metez cuire ovec un poi de chucre. » En el siglo XIV, François Villon escribió la Lais ou le Petit Testament hacia 1456 : «Le regart de celle m’a prins / Qui m’a esté felonne et dure / Sans ce qu’en riens j’aye mesprins, / Veult et ordonne que j’endure / La mort, et que plus je ne dure.»
Francés moderno: del siglo XVIII a la actualidad
Nacionalización e internacionalización de la lengua francesa
Difusión del idioma francés en el mundo en 2006.
A comienzos de la Revolución francesa, se estima que tan sólo una cuarta parte de la población de Francia hablaba francés, el resto hablaba lenguas regionales.
Al norte se encuentran las lengua de oïl, al sur las lenguas de oc, formas regionales del occitano, así como el bretón, el euskera, el catalán, el arpitano, el flamenco
y el alsaciano entre otras. La unificación del francés empezada por
Talleyrand y continuada por Jules Ferry tuvo por objetivo crear una sola
lengua francesa para todo el territorio francés. Si el francés se
impuso bastante rápido en las regiones donde se hablaban dialectos de
oïl y el francoprovenzal, otros métodos son utilizados para eliminar el bretón, el occitano, el catalán, el vasco, el corso, etc. (como humillaciones físicas a los alumnos jóvenes).
En su informe de junio de 1794, Henri Grégoire
reveló que tan sólo se hablaba "exclusivamente" francés en "unos quince
departamentos" (de 83). A él le parecía paradójico, y casi
insoportable, el constatar que menos de tres millones de franceses de un
total de 28 pudieran hablar la lengua nacional, mientras que esta era
utilizada y se encontraba unificada "incluso en Canadá y en las orillas
del Mississippi".
Por otro lado, el francés era ampliamente hablado en todas las cortes europeas.
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