La lengua italiana es originaria de la región de Toscana. El italiano moderno es un dialecto toscano que ha conseguido imponerse como lengua propia de una región mucho más vasta que su región originaria. Se trata del dialecto toscano de Florencia, Pisa y Siena, que se ha impuesto no por razones políticas, económicas o militares, como suele ocurrir, sino debido al prestigio cultural que llevaba consigo al ser el idioma en el que se escribió La Divina Comedia, que se considera la primera obra literaria escrita en la «lengua moderna». El toscano es en efecto la lengua en la que escribieron Dante alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio, considerados los tres grandes escritores del Prerrenacimiento italiano.
La lejanía, la pobreza de las comunidades rurales y la desunión política de Italia entre los siglos VI y XVIII, ayuda a explicar por qué han sobrevivido tantas variedades lingüísticas no relacionadas con el italiano estándar (dialetti). Algunos estudios sugieren que en 1860 solo el 2,5% de la población entendía el italiano estándar, es decir, el toscano literario del siglo XIV había sido aceptado como lengua de las personas cultas, aunque en realidad incluso la mayoría de las personas integradas en las clases dirigentes preferían no utilizarlo. Víctor Manuel II, el primer rey de la Italia unificada, escribía normalmente en francés y hablaba dialecto en los consejos de ministros. Del mismo modo, su primer ministro, Cavour, se mostraba visiblemente incómodo cuando se hablaba italiano en el Parlamento.
En las postrimerías del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, la aceleración del ritmo de industrialización, el mayor índice de asistencia a las escuelas primarias, la emigración a las ciudades y la expansión de las carreteras, los ferrocarriles y los medios de comunicación contribuyeron a un descenso del uso de las variedades regionales y una familiarización creciente con la lengua nacional. Sin embargo, aún a principios de siglo XX el uso del italiano estándar era limitado en muchas regiones. Un estudio de 1910 mostraba que al menos la mitad de los maestros se veían abocados a impartir clases en dialecto a fin de que sus alumnos pudieran entenderlos.
Fº José Muñoz
Ángel Martín
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